Interpretación
mistagógica del paso del Mar Rojo
en la Noche Pascual
Incluimos en estas notas un trabajo que realizamos, como profesor del
seminario de Logroño (La Rioja, España), en una tarea conjunta, de profesores y
alumnos, sobre este pasaje de la Escritura, en una sesión académica
interdiscipliar.
I. Puntos de entrada: Mistagogía
1. La mistagogía, vía de acceso a la realidad
profunda del misterio
Mistagogía es
la conducción al misterio, el acceso al misterio, la entrada en el misterio y
significa tanto la vivencia espiritual de esa realidad, como el tipo de
formulación teológica que podamos hacer sobre tal experiencia. La documentación
eclesiástica se ha referido a la mistagogía en dos momentos: con mucha
reiteración en el Ritual de la iniciación cristiana de adultos, donde se
perfila nítidamente cuál es el tiempo de la mistagogía en el proceso de la
iniciación de adultos, que es el tiempo pascual, de la Vigilia hasta Pentecostés,
máxime la primera semana. Los neófitos entran a participar plenamente de las
riquezas de la vida cristiana.
De la
mistagogía se habla muy significativamente por dos veces en una instrucción dirigida
a los seminarios, en dos textos que me place citar de modo directo:
"Una
auténtica formación litúrgica requiere no sólo la teoría, sino también la
práctica. En cuanto a iniciación mistagógica, se alcanza principalmente
por medio de la vida litúrgica de los alumnos, a la cual son conducidos con
profundidad creciente a través de las celebraciones litúrgicas comunitarias.
Esta cuidadosa iniciación práctica constituye la base del ulterior estudio; y,
por tanto, se supone ya lograda al desarrollar el prorama de la liturgia".[1]
"Una
auténtica iniciación o mistagogía debe ilustrar especialmente las bases
de la vida litúrgica: la historia de la salvación, el misterio pascual de
Cristo, la genuina naturaleza de la Iglesia, la presencia de Cristo en los
actos litúrgicos, la escucha de la palabra de Dios, el espíritu de oración, de
adoración y de acción de gracias, la espera de la venida del Señor".[2]
La última
referencia menciona siete elementos en órbita de la mistagogía, siete elementos
múltiples y variados que concurren en el acontecer de un encuentro. Dios, el
Dios de la gracia, irrumpe en el seno de nuestra historia, hoy y aquí, unidos nosotros
como comunidad celebrante, y nosotros respondemos como se debe responder a
Dios: con oración, adoración y acción de gracias, en el anhelo de la
manifestación definitiva. Si nuestras celebraciones, -cualesquiera que sean,
por ejemplo, una celebración de la penitencia- en la estructura consciente que
nosotros les imprimimos, no palpitan así, quedan mancas y desfiguradas.
2. La mistagogía, lectura litúrgica de la Biblia
La simbiosis
que se da entre el contenido de la palabra y la realidad que celebra la liturgia
es de tal naturaleza, que los documentos litúrgicos han podido establecer estas
afirmaciones: "Cuanto más profunda es la comprensión de la celebración
litúrgica, más alta es la estima de la palabra de Dios, y lo que se afirma de
una se puede afirmar de la otra, aunque una y otra recuerdan el misterio de
Cristo y lo perpetúan cada una a su manera"[3] (n.5).
A modo de
enunciados podemos transcribir algunas frases de este regio documento al que
nos referimos, para que nos percatemos de cuál es la interpretación litúrgica o
celebrativa de la Biblia. En ningún otro documento encontraremos un enfoque
más luminoso y fecundo que aquí.
"La
Iglesia anuncia al único e idéntico misterio de Cristo cuando, en la
celebración litúrgica, proclama el Antiguo y Nuevo Testamento"[4].
Está claro: si leemos el Antiguo Testamento proclamamos el misterio de Cristo,
y si leemos el Nuevo obvio es que lo estamos proclamando.
"La misma
celebración litúrgica, que se sostiene y se apoya principalmente en la palabra
de Dios, se convierte en un acontecimiento nuevo y enriquece esta palabra con
una nueva interpretación y una nueva eficacia. De este modo, en la liturgia, la
Iglesia sigue fielmente el mismo esquema que usó Cristo en la lectura e
interpretación de las sagradas Escrituras, puesto que él exhorta a profundizar
el conjunto de las Escrituras partiendo del hoy de su acontecimiento
personal"[5],
Cada uno de
estos párrafos se ofrece a una reflexión desmenuzada y detenida, cosa imprescindible
cuando se trata de sondear en los fondos de la hermenéutica. Para concluir en
este tema de las bases que sostiene la interpretación mistagógica de la Biblia
en la liturgia, vaya una última cita del mismo documento de 1981. "La
economía de la salvación, que la palabra de Dios no cesa de recordar y de
prolongar, alcanza su más pleno significado en la acción litúrgica, que se
convierte en una continua, plena y eficaz exposición de esta palabra de Dios. -
Así, la palabra de Dios, expuesta continuamente en la liturgia, es siempre viva
y eficaz (Hb 4,12) por el poder del Espíritu Santo, y manifiesta el amor
operante del Padre, amor indeficiente en su eficacia para con los hombres"[6].
II. El paso del Mar Rojo en la exégesis espiritual
y mística del Nuevo Testamento
1. Bautizados en el Mar
El paso del
Mar Rojo es una travesía, admirable itinerario en el que se despliega el poder
de Dios que vence y salva. Para nosotros en el misterio litúrgico no es una
travesía a pie enjuto, con el calzado sobre la tierra seca y maciza, teniendo a
un lado y otro la muralla de las aguas. No es tampoco una travesía braceando a
nado por el mar. Es más bien una travesía cruzando las aguas mientras nosotros
estábamos sumergidos en ellas. Una travesía bautismal.
a) Pablo comenzó esta exégesis mística,
que la ha prolongado la liturgia. El ha acumulado varios símbolos para evocar
aquel paso y presentarlo ante la comunidad de Corinto. Recordemos aquellas
frases iniciales del capítulo 10 de la primera a los Corintios, cuando comienza
a tejer su alegoría. Dice: No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros
padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar, y todos fueron
bautizados en Moisés, por la nube y el mar (1Co 10,1-2).
El tenor de
las frases puede sugerir que Pablo, aun siendo Pablo exegeta, no está haciendo
al presente una elucubración de propia cosecha, sino que, como en otras ocasiones,
se remite a algo anterior a él. Una catequesis bautismal con el recuerdo del
Mar Rojo será probablemente prepaulina y responde a intuiciones originarias de
la vida cristiana. No es, por otra parte, una catequesis solitaria de un
elemento individualizado del Éxodo, sino una nota armónica de un conjunto
múltiple que resuena en el Nuevo Testamento, tales como el alimento y la
bebida, o la serpiente alzada.
Esta
confrontación de situaciones -lo que ocurrió antes a los israelitas y lo que
sucede hoy a los cristianos- Pablo la llama "típica". "Todo esto
-dice- les acaeció a ellas típicamente, typikós" (v. 13). Y del
acontecimiento pasaron a la escritura donde han quedado sedimentadas para
nuestra utilidad. "Fueron escritas para aviso de los que hemos llegado a
la plenitud de los tiempos" (v. 13). La verdad es, hablando con rigor, que
esa correspondencia típica no se refiere en exclusiva al episodio de la nube y
el mar, sino a otros dos sucesos de magna categoría, la comida espiritual y la
bebida espiritual, y a todos en conjunto los califica de acontecimientos
típicos. "Todos fueron bautizados en Moisés bajo la nube y el mar; y todos
comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida
espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era
Cristo" (vv. 2-4).
b) Seguramente
que estamos en el mismo filón de pensamiento cuando la primera de Pedro años después ve típicamente representado el bautismo
en las aguas del diluvio, aguas de salvación. Dice el autor sagrado que Cristo
fue "muerto en la carne y vivificado en el espíritu" (1Pe 3,19).
Ahora nosotros podemos arrancar de este Cristo en el espíritu, de ese protagonista
que es Cristo Resucitado. Escuchemos, asistamos a esta acción de Cristo:
"En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados, en
otros tiempos incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los días
en que Noé construía el Arca, en la que unos pocos, es decir, ocho personas,
fueron salvados a través del agua; a ésta corresponde ahora el bautismo
que os salva y que no consiste en quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir
a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo, que,
habiendo ido al cielo, está a la derecha de Dios, y le están sometidos los
Angeles, las Dominaciones y las Potestades" (1Pe 3,19-22).
c) En los Evangelios se habla por dos
veces de un bautismo de Jesús. Recordemos aquel dicho impetuoso del fuego y del
agua: fuego en la tierra y un diluvio en el que uno va a quedar anegado. Con
un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!
(Lc 12,50). Israel pasó por las aguas y el fuego, lo sabemos. La prueba del
destierro fue crisol y diluvio, anticipo de la prueba escatológica. Pero he
aquí lo que dice "tu creador, Jacob, tu plasmador, Israel: No temas, que
yo te he rescatado, / te he llamado por tu nombre, tú eres mío. / Si pasas por
las aguas, yo estoy contigo, / si por los ríos, no te anegarán. / Si andas por
el fuego, no te quemarás, / ni la llama prenderá en ti. / Porque yo soy Yahweh,
tu Dios, / el santo de Israel, tu Salvador" (Is 43,1-3). Jesús viene a
incendiar la tierra con el fuego de Dios; y él mismo tiene que pasar por el
diluvio que le va a anegar.
En el bautismo
Jesús había ya pasado por las aguas, y al emerger de las aguas se abrieron los
cielos, y el Espíritu se posó como una paloma, y se oyó la voz del Padre (Lc
3,21-22; Mt 3,13-17; Mc 1,9-11). Fue en el Jordán (Mt-Mc), lugar donde según la
tradición se repitió la gesta del mar Rojo.
En esta
evocación de Jesús ¿hay una conciencia de su bautismo y de su muerte con alusión
al Mar Rojo? Sorprende de pronto el lanzar este inmterrogante; de cualquier
forma la sentencia de Jesús tiene una honda carga escatológica[7].
Hoy tratamos
nosotros, lectores vivos, de recuperar los acontecimientos que de alguna manera
nos implican. Y acabo de emplear un lenguaje tímido e impreciso al hablar de
"recuperar". Se recupera un pasado, pero se vive un presente y el
acontecimiento que a nosotros nos importa es un soberano presente de la acción
de Dios, un evento grande, evento salvífico, que estamos celebrando y
comunitariamente compartiendo; por lo tanto, concelebrando
III. Las antiguas lecturas judías y cristianas del
paso del Mar Rojo
Mekilta de Rabbí Ismael (Yismael)
1. La Mekilta
de Rabbí Ismael[8],
recién publicada en castellano, es para nosotros un monumento singular para
saber cómo sentía el antiguo rabinismo al penetrar los textos de la fe.
El método
rabínico de interpretación de la Escritura es un método que podemos llamar
"endógeno". Se trata de sacar de los textos lo que llevan dentro. Y
esto se hace mediante reglas antiquísimas, formuladas por venerables rabinos de
la época tanaítica: las siete reglas de Hillel (maestro del tiempo de Herodes),
las 13 reglas del Rabbí Yismael, maestro del siglo I de nuestra era[9], a
quien se atribuye la autoría de nuestra Mekilta. Los sentidos ocultos de la
Escritura se obtienen mediante la aproximación de textos, que establecen de
modo súbito unos campos nuevos de comprensión, que nos llevan siempre hacia
adentro. Es un ejercicio de pronto extraño y para nuestra lógica arbitrario;
pero metidos con cierta amabilidad o empatía dentro del sistema es un forma
de ejercer la admiración ante la Palabra de Dios siempre inagotable.
Mediante esta
operación se deleita el autor rabínico en lo que le sugiere el Cántico de
Moisés. "Entonces cantó Moisés. A veces la palabra entonces
se refiere al pasado y a veces se refiere al futuro... [Aduce el autor textos
para uno y otro sentido]. ...Rabbí dice: No está escrito aquí Entonces cantó
Moisés, sino 'entonces cantará (yasir) Moisés', de donde deducimos de la
Torá la resurrección de los muertos".[10]
En este tipo
de interpretación libre en alas del Espíritu es muy hermoso ver lo que se dice
a propósito del coro que canta esta canción. La cantó Moisés con todo Israel,
pero la cantaron hasta los niños de pecho, hasta los ángeles del servicio que
rodean el trono de Dios, si bien "el Santo, bendito sea, dijo: Que canten
primeros Moisés y elpueblo de Israel y después vosotros". Y "R. Meir
dice: Incluso los fetos en el seno de sus madres abrieron su boca y dijeron:
Cantemos delante del omnipotente, porque se dice: En las asambleas bendecid
a Dios, a Yahwh los que venís de la fuente (Sal 68,27)".[11]
Con este
procedimiento se van repasando los versículos del himno glorificando al Dios
inefable de Israel. A veces encontramos algún dato de un terrible realismo y
crítica, que queda inserto en medio de la composición elevada. Por ejemplo:
"Cantaré a Yahwh porque exaltar se ha exaltado. Cuando un rey de
carne y sangre entra en una provincia, todos lo alaban en su presencia diciendo
que es fuerte no siendo más que débil; que es rico, cuando es pobre; que es
sabio, cuando es tonto; que es misericordioso, cuando es cruel; que es juez,
que es fiel, y no posee ninguna de estas cualidades, sino que todos los
halagan. Pero Quien con su palabra creó el mundo no es así, sino: Cantaré a
Yahweh porque es fuerte, etc.".[12]
El Séder de
Pascua de los Judíos
2. La
celebración actual de la Pascua, con gran fidelidad ritual a los siglos
precedentes de la tradición, es en este caso otro punto de referencia para ver
cuál es la interpretación del Éxodo en la gran tradición de Israel. Nuestros
hermanos hebreos celebran la Pascua, Pésah, en la noche del plenilunio
de primavera, que puede coincidir en cualquier día de la semana. Nosotros,
cristianos, la celebramos el primer domingo que sigue al plenilunio, el primer
día de la semana, el día del Señor. Los judíos tienen su Ritual de Pascua,
Séder, que observan escrupulosamente, siguiendo el venerable uso de la
tradición[13]. Es
una celebración familiar. Desde la destrucción del según Templo, año 70 de la
era cristiana, ya no comen el cordero, por no existir Templo para sacrificarlo.
El rito se compone de las siguientes partes y elementos:
1. Santificación del nombre: Kaddes.
2. Lavado de los manos: Urhas.
3. Verduras: Karpas.
4. Fracción de la "massah": Yahas.
5. Relato del Éxodo: Maggid.
6. Lavado de las manos antes de comer: Rahas.
7. Bendición del pan: Mosi.
8. Bendición de la "massah".
9. Hierbas amargas: Maror.
10. Emparedados: Koreh.
11. Banquete: Sulhan oreh.
12. Se come la "massah" escondida: Safun.
13. Bendición después de comer: Bareh.
14. Recitación de los salmos 115-118: Hallel.
15. Conclusión del Seder: Nirsah.[14]
Este oficio
familiar judío es un rito sacro, totalmente penetrado de fe, cuyo elemento
principal es la incesante alabanza al Señor. El piadoso judío respira en alabanza
y acción de gracias[15].
Rebosando, pues en alabanza, se celebra la historia de la salvación, se celebra
hoy, evocando un pasado y mirando al advenimiento del Mesías. Para poder
celebrar la Pascua es esencial situarse en la perspectiva salvífica que recuerda
el rito, apoyado en la autoridad del Rabí Gamaliel, en el tiempo un poco
posterior a Jesús. "Generación tras generación, el hombre debe reconocerse
a sí mismo como si él hubiera salido de Egipto, pues está escrito: En aquel
día se lo contarás a tu hijo diciendo: Es por lo que Adonay hizo por mí cuando
salí de Egipto (Ex 13,8). El Santo -bendito sea- no sólo liberó a nuestros
antepasados, sino, junto con ellos, también a nosotros, pues escrito está: Y
nos sacó de allí a fin de conducirnos para darnos la tierra que prometió con
juramento a nuestros padres (Dt 6,23)"[16]. Con todo, observemos que
en el rito pascual judío no se lee el texto de Ex 14.
La dimensión
rememorativa, que se actualiza en un presente, se abre hacia el futuro. Se pide
la reconstrucción de Jerusalén, la vuelta de Elías, el ser digno de participar
en los días del Mesías. "¡Oh!, reconstruye rápidamente Jerusalén, la
Ciudad santa, oh Eterno, tú que en tu misericordia edificaste un día Jerusalén.
Amén".[17]
"Que el Misericordioso nos envíe a Elías, el profeta de bendita memoria, y
nos traiga las buenas noticias de la salvación y del consuelo".[18]
"Que el Misericordioso nos haga dignos de participar en los días del
Mesías y en la vida eterna en el mundo futuro".[19]
Los Padres en la antigua tradición eclesiástica
a) El libro
del Éxodo es el libro del Antiguo Testamento que más ha influido para modelar
el esquema de la espiritualidad cristiana y que mayor influjo ha tenido en la
configuración de la liturgia.[20] En
el siglo II decía San Ireneo que la tipología del Éxodo aplicada a Cristo y a
su Iglesia es una tradición recibida de los presbíteros y que, por tanto, no
puede ser descuidada.[21]
Aparte de Clemente de Roma, la Epístola de Bernabé, Ireneo, en el siglo II
texto importantísimo de esta tipología es la la homilía de Pascua de Melitón de
Sardes.
En el siglo
III en Occidente tenemos a Tertuliano, sobre todo en su Tratado sobre el
Bautismo, texto muy importante para la espiritualidad del bautismo y la
iniciación cristiana. Mencionamos a Hipólito de Roma (Comentario sobre las
bendiciones de Moisés, Tradición apostólica...), Cipriano... Un recorrido
detallado de autores por épocas y zonas: escritores de lengua griega, latina y
siríaca.
b) En este
tema el autor principal es Orígenes por la categoría de su persona y exégesis y
en el caso por sus homilías sobre el Éxodo y Números. Estos años se han
difundido en especial las Homilías sobre el Éxodo[22]. La homilía V comenta el
paso del Mar Rojo, y la homilía VI está íntegramente dedicada al Cántico de
Moisés.
Orígenes
recuerda la interpretación de Pablo y dice: "Ya veis cuánto se distingue
la lectura histórica de la interpretación de Pablo: lo que los judíos piensan
que es el paso del mar, Pablo lo llama bautismo; lo que ellos consideran nube,
Pablo lo presenta como el Espíritu Santo; y de este mismo modo que éste quiere
que sea entendido lo que el Señor manda en los Evangelios diciendo: El que no
renazca de agua y de Espíritu Santo, no puede entrar en el Reino de los cielos
(Jn 3,5)".[23]
c) Al hablar
del Éxodo se piensa igualmente en San Gregorio de Nisa (ca 330-395) por su obra
Vida de Moisés, obra considerada como manual clásico de espiritualidad
que nos ha legado la tradición cristiana[24]. En la segunda parte de la
obra, en la que el santo doctor nos da el sentido místico de los pasos que ha
narrado en la primera como sentido histórico, dedica los números 122-129 a la
significación espiritual de este portento. El ejército egipcio -carros,
caballos y jinetes, arqueros, honderos...- es el ejército de las pasiones que
llevamos dentro. Un insulto, por ejemplo, es una pedrada lanzada con la honda
(122). Los carros son conducidos, según la versión de los LXX, por tristatas,
palabra griega que le autoriza a San Gregorio a hablar de "tres
capitanes" para cada carro; son las tres partes del alma: la racional, la
concupiscible y la irascible (123). Todo ha de ser sepultado en el agua, que
para unos es principio de vida y para otros de muerte (124). Todo ha de quedar
enterrado en el agua; el cristiano que pasa por el agua misteriosa del bautismo
ha de dejar sepultadas todas las fuerzas del mal: avaricia, impureza, codicia,
vanagloria, violencia; todo ha de morir en el agua, los movimientos perversos
del espíritu como los actos que de ahí se siguen (126). Con el bautismo
cristiano comienza una vida nueva y distinta, por eso debe quedar anegado en el
agua todo lo que tenga razón y sentido de pecado (127). Antes de ser cristiano
uno, como lujurioso o avaro, podía ser un esclavo, pero habiendo atravesado las
aguas todo aquello debe quedar sepultado (127-129).
En conclusión
Los Padres de
la Iglesia tienen clara conciencia de que el Éxodo es un libro espiritual básico
para nuestra fe. Ahora bien, su interpretación, salvando este valor
fundamental, es un interpretación múltiple, variada y dirigida. El género
homiliético es por excelencia un género mistagógico; pero una homilía puede
estar muy marcada por la ocasión del tiempo y por el auditorio que tengo
delante. Estas circunstancias "condicionan" el sistema interpretativo.
Por ello no podemos ver en estos escritos una exposición orgánica desde el
punto de vista que nos interesa.
IV. La lectura litúrgica en la noche pascual
La interpretación que en este momento nos interesa es una
interpretación con determinadas características:
- Es una interpretación encuadrada en la celebración cristiana más
importante del año.
- Es una interpretación en la que nos interesa no tanto el elemento
moralizador y personal cuanto el elemento objetivo: Cristo y la Iglesia.
- Es una interpretación referida al misterio pascual de Cristo.
1. Lex orandi, lex credendi
Oigamos cómo
ora la Iglesia en la noche pascual precisamente en el momento en que se acaba
de proclamar el paso del Mar Rojo, coronado por el Cántico de Moisés. Esa forma
de orar nos dará la clave del sentido íntimo de su fe, nos abrirá los ojos para
entender qué realidades celebramos los cristianos y con qué dimensiones.
El sacerdote
presidente de la celebración puede escoger una de estas dos oraciones colecta:
- También
ahora, Señor, vemos brillar tus antiguas maravillas, y lo mismo que en otro
tiempo manifestaste tu poder al librar a un solo pueblo de la persecución del
faraón, hoy aseguras la salvación de todas las naciones, haciéndolas renacer
por las aguas del bautismo. Te pedimos que los hombres del mundo entero lleguen
a ser hijos de Abrahán y miembros del nuevo Israel. Por Jesucristo nuestro
Señor.
- Oh Dios, que
has iluminado los prodigios de los tiempos antiguos con la luz del Nuevo
Testamento: el mar Rojo fue imagen de la fuente bautismal, y el pueblo liberado
de la esclavitud imagen de la familia cristiana; concede que todos los pueblos,
elevados por su fe a la dignidad de pueblo elegido, se regeneren por la
participación de tu Espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor.
En el Pregón
Pascual se había cantado:
- "Esta
es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los
hiciste pasar a pie el mar Rojo. Esta es la noche en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado".
2. Dios el protagonista
El
protagonista de la salida de Egipto y del paso del Mar Rojo fue el Señor. En
aquella gesta gloriosa no podemos confundir nuestra atención retenidos en los
detalles del portento. Ni el Faraón con todo su ejército, ni el pueblo cruzando
el mar, ni Moisés ni la nube, son los protagonistas. Es el Señor, a él solo la
gloria.
La más antigua
tradición judía lo ha comprendido así. "Cantaré a Yahweh porque se ha
exaltado. A Yahweh le está bien la grandeza, a Yahweh le corresponde el
poder, a Yahweh le está bien la gloria y la victoria y la majestad; y así David
dice: Tuya es, oh Yahweh, la grandeza, el poder, la gloria, la victoria y la
majestad".[25]
Dios de gloria
y santidad
1. Oigámoselo
a él mismo: "Me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército,
de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor,
cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de los
guerreros" (vv. 17-18). El Mar Rojo es un acto divino: revelación de la
gloria de Dios y de la santidad de Dios. La gloria de Dios es la irradiación
que despide su ser divino, y en el núcleo original está su santidad, que es el
punto final de su transcendencia, aquello por lo que él es lo que es, su
identidad absoluta, siempre misterio, siempre indescifrable para el hombre.
"Sabrán que yo soy el Señor" es una manera de poner a la criatura
ante su Dios santo. Los egipcios quedaron en el ámbito de la revelación
numinosa de la santidad de Dios.
Y esta
revelación alcanzó de modo distinto al pueblo elegido. Israel vio la mano
grande del Señor... y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor... (v. 31). Israel acogió la revelación que Dios
le brindaba: temió y creyó. El temor es la vibración reverencial que sacude el
corazón cuando alguien ha contemplado la grandeza del Señor. El temor es la
actitud de aquel que ha aprendido a medir distancias. Pero no es el temor
servil ni el temor del que queda oprimido, porque Israel, al temer al Señor, se
entrega a él: creyó en el Señor. El Dios terrible y fascinante es el que
resplandecía en aquel episodio supremo.
2. Los
cristianos sabemos que no hay gesta divina superior a la resurrección de Jesús.
Dios se reveló a sí mismo; reveló su gloria y su santidad; reveló la filiación
divina de su Hijo; reveló el Espíritu Santo. Fue entonces, al decir de San
Pablo, cuando el Hijo de David "fue constituido Hijo de Dios, con poder,
según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos"
(Rm 1,4).
Dios se cubrió
de gloria: Que se levante Dios y se dispersen sus enemigos. Nosotros reconocemos
que la manifestación más sustancial del secreto de Dios fue la resurrección de
su Hijo amado, y nos quedamos atónitos y fascinados, temerosos y transidos de
fe.
Es esto lo que
celebramos en la noche santa. Por eso glorificamos a Dios por él mismo, por su
inmensa gloria.
Dios de los padres, fiel y misericordioso
1. El paso del
Mar Rojo no es un episodio aislado e inconexo, sino que está entrelazado en
toda una historia de maravillas. Cuando Israel clamó desde el fondo de su
humillación, "oyó Dios sus gemidos y se acordó Dios de su alianza con
Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel y conoció..."
(2,24-25). El Dios de los Padres es el Dios que actúa en este momento. Es el
Dios de la alianza, el Dios fiel y misericordioso.
. El paso del
Mar Rojo es la firma soberana de la fidelidad de Dios y de la misericordia de
Dios con su pueblo. Nos sacó, porque nos amaba, dirá el salmo.
2. En la noche
santa celebra la comunidad cristiana el triunfo de la fidelidad y del amor de
Dios. Porque amaba a su Hijo no lo dejó perdido en la muerte, lo sacó del
abismo. Dios fue fiel a su Hijo y lo salvó...
2. El pueblo salvado
1. Aquel día
salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos,
en la orilla del mar (14,30).
Cuando
nosotros hablamos de salvación hablamos en concreto y en este contexto de la historia
paradigmática de Israel de dos cosas:
- De la
exención de la esclavitud. El pueblo que gemía bajo el látigo de los capataces,
sujeto a duros trabajos, queda exento de tales trabajos. "Yo liberé sus
hombros de la carga, sus manos la espuerta abandonaron", dice el salmo
81,7.
- Hablamos,
sobre todo, de acceso a la libertad. El pueblo de Israel es constituido como un
pueblo libre. Adquiere un compromiso de libertad. pero el precio de la libertad
es la oblación total, la plena confianza en las manos de Dios. Cosa que Israel
no supo sostener. Pronto se olvidaron, como lo dice reiteradamente aquel salmo
78 que repasa las lecciones de la historia de Israel: "Tenían olvidados
sus portentos, la maravillas que él les hizo ver" (v. 11).
La exégesis
reciente ha sabido ver, ahondando con sabiduría en los textos, en qué punto
original nace el Antiguo Testamento, como historia y como libro. Hay en el
Antiguo Testamento una fórmula 124 veces en dos redacciones distintas:
"Yahweh hizo subir a Israel de Egipto" (41 veces), "Yahweh hizo
salir a Israel de Egipto" (83 veces). Esta fue la experiencia nuclear y
radial. En aquella ocasión nació Israel como pueblo, conglutinando viejas y
dispersas tradiciones. Los salidos de Egipto (expulsados, fugitivos,
prófugos...) se sintieron pueblo, empezaron a tener identidad. Experimentaron
la mano de Dios y la afirmación de la intervención divina fue para ellos, como
anota la exégesis, una revelación, una proclamación kerigmática y una confesión
colectiva de fe.[26]
2. Al exponer
así los sucesos antiguos, sin ninguna dificultad estamos pensando en el acontecimiento
pascual de Jesús. Nosotros nacimos como Iglesia, como comunidad del Resucitado,
en la Pascua, el día en que, mediante la fe, tuvimos acceso al misterio del resucitado.
Aquel fue el día de nuestra salvación, de nuestra liberación, de nuestra
creación.
Este es el día
que hoy celebra la Iglesia, en un hoy, que no es un hoy comparativo con los
prodigios antiguos, sino un "hoy" que ha quedado eternizado en el
paso de Cristo al Padre. Esta es la noche en que la columna de fuego ha borrado
nuestro pecado. Y la columna de fuego es Cristo glorioso, simbolizado
eficazmente en el Cirio ardiente. Hoy cruzamos nosotros el Mar Rojo. El
sepulcro abierto nos dice que el mar está seco, que el enemigo queda atrás, que
hemos entrado en la libertad eterna.
4. A través del agua bautismal
Delante de la
comunidad cristiana hay un recipiente preparado con agua, puede ser la misma
pila o fuente bautismal. El agua allí contenida es para nosotros el agua del
Mar Rojo. Va a ser el agua sacramental con su fuerza escondida. En el momento
de la bendición solemne vamos a comprender el misterio de esta agua. "Oh
Dios, que realizas en tus sacramentos obras admirables, con tu poder invisible,
y de diversos modos te has servido de tu criatura el agua para significar la
gracia del bautismo..." Recordaremos que el Espíritu se cernía sobre las
aguas primordiales para dar origen al mundo habitado, que las aguas del diluvio
pusieron fin al pecado y dieron nacimiento a una nueva humanidad; y al llegar a
las aguas del Mar Rojo, ante el agua que va a ser bendecida, oraremos a Dios
diciendo: "Oh Dios, que hiciste pasar a pie enjuto por el Mar Rojo a los
hijos de Abrahán, para que el pueblo liberado de la esclavitud del Faraón fuera
imagen de la familia de los bautizados..."
La realidad
mística de aquellas aguas se cumple precisamente en esta noche bautismal.
Aquello fue presagio y sombra; esto cumplimiento y realidad. El Espíritu con su
fuerza omnipotente opera para que el signo sacramental sea eficaz hasta la
entraña. Lo mismo que el Espíritu resucitó a Jesús y le hizo pasar de una
existencia corruptible a la vida inmortal, el Espíritu hará de un hijo de Adán
un hijo de Dios. Y esto será a través del agua.
Nosotros
escuchamos el viejo relato del tránsito del Mar Rojo, lectura que en ningún caso
se puede suprimir, y ahí estamos leyendo el relato de nuestro bautismo. Se
bautizarán acaso nuevas criaturas o catecúmenos en esta noche; en todo caso
nosotros nos sumergiremos en nuestro bautismo, al introducirnos en el misterio
de Cristo Resucitado, y renovaremos nuestras promesas bautismales, unidos
espiritualmente a todo el pueblo de Dios que en toda la faz del mundo está
viviendo esta noche como noche bautismal.
5. Cantemos al Señor
Toda la asamblea exulta, como un día cantó Israel.
El paso del Mar Rojo se termina en la alabanza y la alabanza nos introduce en
el cielo.
Cuando Israel cantó en el Éxodo la gesta de Dios
salvador, el autor sagrado, en definitiva el autor que con voz del pueblo
compuso para la liturgia, para la renovación de la alianza, cantó en uno solo
cántico, no únicamente el paso portentoso del mar, sino la llegada al Sinaí, la
entrada en la tierra santa y la construcción del Templo en el monte Sión. Una
historia de varios siglos quedó compendiada en un canto, que se dice que cantó
Moisés con el pueblo al pasar el mar.
Cuando en el salmo responsorial debemos compendiar
las estrofas, no dejamos de evocar el cenit de esta historia. Cantamos:
Los introduces y los plantas en el monte de tu
heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Cantamos, pues, el reina de Dios. El Señor reina por
siempre jamás. Dios reina en la resurrección de su Hijo Jesús[27].
[1] Instrucción In
ecclesiasticam futurorum (1 jun. 1979) de la Sda. Congregación para la Educación
católica sobre la formación litúrgica en los seminarios, n. 2 [Echiridion. Documentación
litúrgica postconciliar, 229].
[2] In
ecclesiasticam futurorum, 9 [Enchiridion, 236].
[3] Ordo
lectionum Missae (21 enero 1981), n. 5 [Enchiridion, 1108].
[4] Ordo lectionum Missae,
5 [Enchiridion, 1108].
[5] Ordo lectionum Missae,
3 [Enchiridion, 1106].
[6] Ordo
lectionum Missae, 4 [Enchiridion, 1107].
[7] En lo que
conocemos la tradición cristiana, específicamente la litúrgica, no ha
interpretado el paso del Mar Rojo aplicado a Jesús mismo, como si él fuera
bautizado en las aguas del mar.
[8] Teresa Martínez Sáiz, Mekilta de Rabbí
Ismael. Comentario rabínico al libro del Éxodo (Biblioteca Midrásica, 16),
Editorial Verbo Divino, estella 1995. La obra se compone de nueve tratados, comentando
diversas secciones del Éxodo. Pertenecen directamente a nuestro tema el
segundo: Wa-yehi be-sallah (Ex 13,17-14,31) [pp.113-166] y Sirata
(Ex 15,1-21) [pp. 167-214].
[9] Véase: H. L. Strack - G. Stemnberger, Introducción
a la literatura talmúdica y midrásica. Edición españolka preparada por
Miguel Pérez Fernández (Biblioteca Midrásica, 3). Valencia 1988, Véase: Hermenéutica
rabínica, pp. 47-69.
[10] Mekilta...,
pág. 167. La autora cita otro texto rabínico: "No existe parasah
que no contenga la resurrección de los muertos" (SDt 306,28). El
Apocalipsis, que nos habla delmundo que viene, nos presenta a los elegidos
cantando "el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del
Cordero" (Ap 15,3). Es el canto de la liberación obtenida y del triunfo.
[11] Textos en la
edición citada de la Mekilta, pp. 172-173.
[12] Mekilta...,
pág. 171,
[13] No es fácil
encontrar el seder de Pascua en un libro de oraciones judías. Hay que
acudir a una edición expresa. Vicente Serrano,
La Pascua de Jesús en su tiempo y en el nuestro (2ª edición corregida).
Apéndice con la Haggadah de Pésah. Madrid, Centro de Estudios
Judeo-Cristianos 1985] se remite a dos ediciones: Morris Silvermann [Haggadah de Pésah - con
notas explicativas y textos originales] Prayer Book Press, Hantford Conn.,
1962; Edmod Flegg, Haggadah de
Pâques. Texte hebreu revu par le rabin Back, mis en français par Edmond Flegg.
Paris, Robert Morel 1978. Hemos tenido acceso a un
texto bilingüe hebreo e inglés: The Haggadah with a revised english
translation and illustrations. "Sinai" Publishing Tel-Aviv,
Israel. 1988. - Tras el día académico para el que fue preparada esta
intervención el sacerdote D. Emeterio Martínez (Parroquia de San Miguel,
Alfaro) ha entregado para la biblioteca del Seminario la obra del ritual de
celebración de Pascua en la siguiente edición: Pablo Link, Hagadá. Manual de Pesaj. Tel Aviv, Editoria
(sic) "Sinai" 1949. Este libro es una pequeña perla. Contiene el
texto hebreo y castellano de la celebración de la Pascua judía, con
ilustraciones muy delicadas. Todas las páginas están enmarcadas en recuadros
con decoraciones de pinturas y relieves egipcios, evocando de esta manera de
dónde ha salido el pueblo elegido y cuál es la esclavitud de la que se les ha
librado.
[14] Esta división,
que consta en los rituales, se hace en función de ciertos signos y gestos
emblemáticos; posiblemente cabría una estructura litúrgico-teológica más
articulada sin modificar para la la secuencia de cada uno de las partes.
Compárese, por ejemplo, la estructuración de la Vigilia Pascual que proponía el
Ordo Hebdomadae Sanctae instauratus de Pío XII (1952) con la
estructuración actual, siendo la misma la secuencia de las partes.
[15] Una pieza del Seder
de Pascua es el canto del Dayenu (literalmente: ¡Cuánto para nosotros!).
A través de 14 estrofas, concatenada cada una a la anterior para formar un
eslabón continuo, se recorren los bienes del Señor: salida de Egipto, justicia
contra los ídolos de Egipto, muerte de los primogénitos, salida con salud de
los hebreos, división del mar Rojo en beneficio de los israelitas, secar el
fondo del mar, hundir en él a nuestros opresores, cuidar a Israel en la
travesías del desierto durante cuarenta años, haberles proporcionado el maná,
haberles concedido el Sábado, conducirlos haste el monte Sinaí, darles la Ley,
llevarlos hasta la Tierra de Israel, construir allí el Templo para remisión de
los pecados. - Las Comunidades Catecumenales han acomodado la letra del Dayenu
para referirlo, arrancando del Éxodo, a Cristo, a la Iglesia, al don del
Espíritu Santo.
[16] Texto según la
traducción de Carlos Carrete Parrondo,
que presenta Vicente Serrano, La
Pascua de Jesús..., 152. El texto hebreo véase en: The Haggadah
(Sinai), 32. Cuando se ha dicho este texto solemne, que es terminado con una
conclusión de alabanza, se empieza cantar el Hallel (salmo 113).
[17] The Haggadah, 39.
[18] The Haggadah, 40.
[19] The Haggadah, 41.
[20] Un repaso
detallado loencontramos en: Roger Le Déaut
- Joseph Lécuyer, Exode: Dictionnaire
de spiritualité, IV (1961) 1957-1995. Después de un repaso por estas zonas:
Antiguo testamento, Judaísmo antiguo, Nuevo Testamento, Tradición cristiana,
Liturgia, los autores sintetizan así los grandes temas de la espiritualidad del
Éxodo: Liberación y salvación, La intimidad con dios, La Iglesia pueblo de
Dios, El combate espiritual, Dios alimenta a su pueblo, Hacia la tierra
prometida.
[21] testimonio
citado por Le Déaut -Lecuyer, art.
cit., 1974, con los textos de Adv. haer., IV, 30,1 y 31,1 [PG 7,
1064c-1065b y 1068-1069].
[22] Orígenes, Homilías sobre el Éxodo.
Introducciòn y notas de Maria Ignazia Danielli. Traducción del latín de Angel
castaño Félix (Biblioteca de patrística, 17). Editorial Ciudad Nueva, Madrid
1992.
[23] Homilía V,1
(edición citada, 94).
[24] Muy buena
edición reciente anotada: Gregori de
Nissa, Vida de Moisès. Introducció, traducció i notes de Josep Vives.
Barcelona, Facultat de Teologia de Catalunya / Fundació Enciclopèdia Catalana,
1991. Aquí en Logroño la Fraternidad Monástica de la Paz ha publicadoen la
colección "Padres de la Iglesia" de la revista
"Theophania": San Gregorio de
Nisa, Moisés. La vida del profeta como itinerario espiritual. La
colección "Sources chrétiennes" se abrió con la publicación de la Vida
de Moisés, edición llevada a cabo por J. Daniélou.
[25] Mekilta,
(edición citada), 171. Sigue en el mismo tono (pp. 171-172) alabando los
atributos divinos.
[26] Véase: Antonio
M. Artola - José Manuel Sánchez Caro, Biblia y Palabra de
Dios (Introducción al estudio de la Biblia, 2). Verbo Divino, Estella 1990,
141-142 y notas.
[27] Al concluir
esta exposición séame permitido evocar una obrita editada este año con el tema
celebrativo de la Pascua: R. Grández,
La hermosa Vigilia de Pascua. Cómo preparar y vivir la celebración más importante
del año. Barcelona, Editorial Regina 1995.